CURRO, EL DE LORA
Zarzuela en dos actos
Libreto de: José Tellaeche ( 1887-1948) y Manuel de Góngora (1889-1953)
Música de: Francisco Alonso
Se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid, el 29 de Octubre de 1925, como Zarzuela en tres actos.
Argumento:
Antecedentes del drama;
Lola, de origen sevillano y actualmente, trabajadora de una de las varias fábricas de cigarros existentes, y Francisco de Dios Molina, se conocieron tiempo ha, atraídos mutuamente, se enamoraron. Este amor se vio mancillado por la sangre que Francisco vertió, al matar al que le arrebató el amor de Lola.
Esta sangre que separa a ambos jóvenes, obliga a Francisco a huir a la sierra, convirtiéndose en el bandolero conocido como Curro, el de Lora.
Primer acto.-
Entramos, junto con Lola, Trini y Richemond, en el cortijo del Marqués de Azanaque, nos acompañan los garrochistas que vienen de encerrar a los toros.
Estos expertos caballistas, comentan las peripecias que ha pasado Trini, para escapar de los toros que estaban siendo encerrados. Por suerte, uno de estos excelentes jinetes, la salvó de la acometida de los miuras.
Tanto Trini, como el Marqués, quieren agradecer a este anónimo salvador, tan oportuna intervención.
Por una parte del escenario, vemos entrar y salir a varios bandoleros, alguno de ellos, conspirando con el llamado Ecijano, lugarteniente de Curro, y que aspira a capitanear la banda.
La llegada de Curro, pone a cada bandido en su lugar y Ecijano queda rumiando sus ansias de jefatura.
Por su parte, en el grupo del Marqués, vemos que Lola ha identificado a Curro como aquel joven Francisco de Dios, que le arrebató su juvenil corazón. Mientras, Trini reconoce a este mismo Curro, como el jinete que la salvó del toro que pretendía envestirla.
Trini, le agradece que la salvara la vida, mientras que Lola, trata de pasar desapercibida y que Curro no la reconozca como la que motivó que se convirtiera en bandolero.
Cuando todos entran en la casa, Lola retiene a Curro y con modales un tanto bruscos, le pide que se marche del lugar. Él, decepcionado por el trato que recibe de la destinataria de sus amores y anhelos, decide que, junto con su banda, la raptará en esa misma noche.
La dureza de esta escena, es suavizada por la entrada en escena del francés Richemond, vestido (más bien diríamos disfrazado) de bandolero, ya que con tal guisa, cree que podrá conquistar a Trini, la que se le muestra inalcanzable.
Segundo acto.-
Los hombres de Curro han secuestrado a Lola y a Trini y las han llevado a la “cueva” de El Montañés, guarida y cuartel general de la banda. Ambas jóvenes permanecen maniatadas.
Entra en escena Angustias, madre de Curro, quien, después de alejar a Trini, increpa y maldice a Lola, acusándola de las desgracias que, debido al amor de su hijo hacia la joven, se vio obligado a matar a aquel pretendiente y a continuación escapar al campo, con lo que se convirtió en un proscrito y posteriormente en un bandolero.
Mientras tiene lugar esta escena, escuchamos a Ecijano que canta el amor que le ha despertado la aparición de Lola. Este amor, persigue también otros intereses, ya que éste lugarteniente piensa que si logra enamorar a la que fue novia del jefe de los bandoleros, logrará desbancar a éste de la jefatura que él mismo ambiciona.
Cuando Angustias se marcha, Ecijano entra en la estancia y trata de forzar a Lola, la llegada de Curro chafa esta canallesca acción y con gran violencia le aparta de la mujer que ama, ambos echan mano a sus respectivas cheiras y se muestran dispuestos a un enfrentamiento a muerte.
Para evita esta sangrienta pelea, Lola se interpone entre los dos hombres, lo que hace retroceder a Ecijano, quien marcha rumiando su venganza.
Curro cree ver en este acto de Lola, el que aún queda en el corazón de la joven, un rescoldo de aquel amor que en su día se juraban, pero cuando la interroga, en este sentido, ella lo niega y huye hacia su alcoba.
A la guarida entran algunos hombres de Curro, llevan entre ellos, como prisionero, a Richemond, vestido como si también fuera un bandolero. Le han sorprendido merodeando por los alrededores y al ser interrogado, ha confesado su intención de rescatar a su amada Trini.
Ésta joven, al enterarse del valor demostrado por el francés, al tratar de salvarla de los bandoleros, se conmueve y en su emoción le ofrece su mano y acepta el matrimonio que, con tanta insistencia, le proponía Richemond.
Entra Curro en la “cueva”, le acompaña Ecijano y algunos de sus compinches, conjurados para dar muerte a su jefe. Los traidores hieren a su capitán y, rápidamente emprenden la huida, con intención de avisar a los guardias para que detengan al malherido Curro.
Lola, al ver al joven en el suelo y todo lleno de sangre, creyéndole muerto, comprende que aquel amor que pensó ya no existía, solamente estaba dormido y redescubre cuanto era el cariño que por él sentía.
Antes de que lleguen los guardias, El Montañés logra huir con su jefe y amigo.
Finalizando este segundo acto, vemos a Curro, ya recuperado de sus heridas. Está hablando con el amigo que le salvó de los guardias. Un zagal le entrega su navaja, que acaban de afilar y le comunica que Lola se encuentra en Córdoba, ante esta noticia, Curro decide marchar a su encuentro.
La boda de Trini y Richemond, que se celebra en la preciosa mezquita cordobesa, cuenta con la presencia de Lola. En busca de ella vemos a Curro, en compañía de ElMontañés, está oculto entre las columnas, buscando a su amada, a quien descubre llorosa y apesadumbrada, ya que piensa en el amado que murió sin que ella pudieses declararle su amor.
Según leemos en la partitura, mientras un angelical coro infantil, canta el “Adoremus”, ambos jóvenes se descubren. Corren la una a los brazos del otro y el otro hacia los brazos de una.
Y con este abrazo, lleno de amor, termina esta dramática obra que nos ha tenido con el alma en vilo.
Nota; La música compuesta por el Maestro Alonso, es sencillamente excepcional. En cuanto al libreto, hay que destacar que se sale de la dinámica zarzuelística, ya que, y por mencionar las palabras de los críticos contemporáneos que la elogiaron y criticaron, tanto en su estreno, como en el tiempo que permaneció la obra en cartel (quince días), los versos que se declaman, son versos de poeta y no con el “palmito” teatral que en tal tiempo, era común usar en las comedias y dramas de la lírica nacional.
Bien es cierto que, hasta este estreno, el público estaba acostumbrado a que Francisco Alonso, compusiera sus trabajos, cargados con ese bagaje popular y populachero que tanto agradaba al público asistente a sus espectáculos líricos. En esta obra, el Maestro Alonso, rompe su propio esquema y lanza una flecha con la que pretendió que fuera una Zarzuela de las llamadas Grandes.
Ni la crítica, ni el público, opinaron así, y después de los escasos días que permaneció en cartel, pasó al baúl del olvido, hasta que en reciente fecha, y promovida por su hijo Francisco, se ha recuperado y aprovechando su representación, se ha grabado esta importante obra del Maestro Alonso.