La federación exige contratar a las jugadoras, algo inasumible en una administración pública
La nueva normativa de la Federación Española de Fútbol obliga a los clubes deportivos a profesionalizar, mediante contrato, tanto a las jugadoras como al cuerpo técnico de los equipos que compiten en primera división. Tras meses de estudio y análisis de la cuestión en busca de alternativas, la Universidad de Alicante se ha visto obligada a prescindir de su equipo de Futbol Sala Femenino en División de Honor. Así lo acaba de comunicar el director del Servicio de Deportes de la institución académica, Roberto Cejuela, en una reunión mantenida con las jugadoras y el cuerpo técnico en las instalaciones deportivas del campus.
Durante su intervención, Cejuela ha explicado que los procesos de selección de personal de las administraciones públicas no permiten este tipo de contrataciones. El director deportivo ha pormenorizado los infructuosos intentos de patrocinio y esponsorización del equipo para concluir que, finalmente, “las nuevas condiciones impuestas por la Federación hacen inviable el mantenimiento de un equipo profesional para una institución pública con recursos limitados”. Y es que otra de las exigencias de la Federación pasa por el depósito de un exigente aval bancario y por garantizar un presupuesto mínimo de 50.000 euros, cantidades que, obviamente, la UA no puede asumir.
Roberto Cejuela, tanto en su nombre como en el de la vicerrectora de Extensión Universitaria, Cultura y Deporte, Catalina Iliescu y en el de la institución a la que representan, ha dedicado palabras de elogio al equipo por una trayectoria jalonada de grandes éxitos con los que han logrado un palmarés que ha calificado “de gran hazaña para un equipo universitario que sin duda pasará a la historia del fútbol sala femenino y, por supuesto, del deporte de la UA”.
El equipo de la UA pasará a jugar en la categoría federada amateur. En este sentido, el director deportivo de la UA considera que “este cambio en la dinámica competitiva hacia un equipo más modesto puede incluso abrir la puerta a otras futbolistas universitarias en niveles más iniciáticos y de formación, que es realmente nuestro cometido como institución académica”. La vicerrectora de Extensión Universitaria, Cultura y Deporte, Catalina Illiescu, ha manifestado que desde el actual equipo de dirección “estamos absolutamente comprometidos con el deporte y por eso, hemos realizado un importantísimo esfuerzo para fomentar tanto la práctica como la competición deportiva de base en todos los colectivos universitarios y no universitarios, de ahí la creación, entre otras muchas iniciativas, de nuestra Academia en colaboración con los clubes deportivos de nuestro entorno”. Iliescu sostiene que el deporte “encarna valores esenciales para nosotros como lo son la salud, el trabajo en equipo, la cultura del esfuerzo,… todos ellos fundamentales en la formación de las personas, y por eso también, hemos querido intensificar además de la práctica, nuevas líneas de investigación en este sentido”, ha explicado.
Actualmente en España sólo hay tres deportes con convenio colectivo profesional: el baloncesto masculino de la liga ACB, el ciclismo masculino y el fútbol tanto masculino como femenino. La mayoría del resto de deportistas profesionales son, por tanto, autónomos que funcionan a base de sponsors o patrocinios.
El equipo
El equipo femenino de fútbol sala comenzó su andadura en 1998 en la liga provincial y autonómica y, en 2011, logró el ascenso a Primera División. Desde entonces, con la permanencia como único reto, han conseguido situarse en la élite del deporte jugando la Copa de la Reina hasta este año, clasificándose como Subcampeón de Liga 2016/17.
El equipo ha sido un referente del proyecto universitario MUJER Y DEPORTE hasta el punto de haber participado en varias campañas dentro del II Plan de Igualdad. Su magnífica carrera ha sido reconocida con distintos galardones como el Premio Igualdad 2014, o el Premio del Consejo Social 2017 al Mérito Deportivo Universitario. Su lema, «Somos mujeres, somos deportistas, tenemos ese poder», supuso una revolución en el mundo del fútbol sala universitario y un gran revulsivo para las mujeres futbolistas.