LA TABERNERA DEL PUERTO
Romance marinero costumbrista en tres actos.
Libreto de: Federico Romero Sarachaga (1886-1976) y
Guillermo Fernández-Shaw (1893-1965)
Música de: Pablo Sorozabal.
Se estrenó, con gran éxito, en el Teatro Tívoli de Barcelona el 6 de Abril de 1936 (otras fuentes sitúan la fecha en el 10 de Mayo del mismo año).
El estreno en Madrid, se produje después de terminada la Guerra Civil, el 23 de Marzo de 1940, en el Teatro de la Zarzuela.
La acción está situada en un pueblo pesquero de Cantabria.
Argumento:
Primer acto;
Comienza este apasionante romance con una introducción tanto popular como marinera que da paso a la presentación de los personajes que compondrán el drama que han compuesto los autores. El joven Abel canta un romance sobre su idolatrada Mariola, tabernera en un cercano local del puerto, Escuchamos el canto de una Salve Marinera y Abel explica a Vernier, marinero marsellés que acaba de llegar al pueblo, lo que ese canto significa para los marinero que lo cantan, ya en conversación, también le da señales de su “enamorada” Mariola y del desagradable patrón de la taberna donde ella trabaja.
Se presentan al son de una habanera Juan de Eguía, Simpson y Vernier, antiguos “amigos”, y socios en correrías de carácter un tanto dudoso, tratan de hablar en privado, por lo que alejan con una disculpa a Ripalda.
En clave de humor se nos presentan las relaciones sentimentales de Antigua, quisquillosa matrona y esposa de Chinchorro, propietario del barco pesquero que generalmente tripular Leandro. Este Leandro esta perdidamente enamorado de Mariola, quien secretamente corresponde a estos amores.
Antigua recrimina a Mariola la atención que tanto su marido como el resto de los hombres del pueblo la prestan, las atenciones que con ella tiene cuando van al bar a tomar una copa o a participar en sus tertulias, cuando esto escucha el propietario de la taberna, Juan de Eguía, recrimina a la muchacha. El joven Abel que es testigo de la violencia de esta bronca, es el único que sale en defensa de Mariola.
Hay que destacar, en este primer acto, el dúo de Marola y Leandro pues sus voces brillan al máximo, tanto lírica como dramáticamente con un vals marinero en el que tratan de poner sus cartas de amor sobre el tapete.
Segundo acto;
En este acto tenemos muchas acciones que se entrecruzan.
Mientras Mariola se acompaña en el trabajo de la taberna con su canto, Abel trata de enfrentar a los lugareños con el propietario de la taberna, Juan de Eguía, contándoles el mal trato que éste da a la bella muchacha.
Los marineros del lugar buscan a Leandro para que les dirija en este enfrentamiento con Juan de Eguía.
Simpson advierte a Leandro sobre el peligroso negocio que el tabernero le propondrá, ya que se trata de recoger y trasladar un alijo de drogas.
Leandro trata de que Mariola acepte sus amores.
Antigua pide perdón a Mariola, ya que con las recriminaciones que la hizo, dio lugar a que se desatara la violencia del tabernero en contra suya.
Mariola confiesa a Leandro que Juan de Eguía, antiguo pirata, es su padre. Leandro a su vez la confiesa lo del negocio de drogas que le han propuesto, sin mencionar que es a cambio de consentir sus amores con ella. Ambos deciden ir juntos a recoger el mencionado paquete de drogas.
Cuando los hombres del pueblo se enfrenta con Juan de Eguía por la violencia que usa con Mariola, ven con asombro que Leandro sale en defensa de tal personaje. Abel cuando esto ve, se desespera.
En este segundo acto, admiramos el genio de Sorozabal, al presentarnos tan magistralmente el retrato de los personajes y sus vivencias.
Tercer acto;
Marchan, en una frágil barca, Marola y Leandro a recoger el alijo y son sorprendidos por una galerna que destroza su barca y les arroja contra los acantilados. En el pueblo les dan por muertos.
Juan, con toda la rudeza que su anterior vida le ha dado, se siente vencido por el remordimiento y ante todos los habitantes del pueblo, confiesa que Marola es su hija y que su intención de contrabandear ha sido la causa de la muerte de ambos jóvenes, igualmente se muestra apesadumbrado por el mal trato que siempre ha tenido para ella.
Este ambiente de luto es interrumpido por la llegada de Simpson, quien les anuncia que los jóvenes pudieron refugiarse en una cueva y han sido detenidos por las autoridades, acusados de contrabando de drogas.
Juan de Eguía, alegre al haber recuperado a su hija, se declara único culpable del delito y va a prisión, quedando Marola y Leandro libres y con toda la vida por delante para amarse.
No podía ser otro el desenlace que nos presentaran los autores, mas que este de… y vivieron felices por siempre.